¿Incrementa el gasto público en educación el bienestar de los europeos?
UNA APLICACIÓN EMPÍRICA EN EL ÁMBITO DE LA ECONOMÍA DE LA FELICIDAD: ¿INCREMENTA EL GASTO PÚBLICO EN EDUCACIÓN EL BIENESTAR DE LOS EUROPEOS?
Rubén Rubio-Ortiz, David Patiño-Rodríguez, Francisco Gomez-García (Universidad de Sevilla)
Rubio-Ortiz, R., Patiño-Rodriguez, D. and Gómez-García, F. (2025), «Does Public Expenditure on Education Improve Well-Being? International Evidence», Kyklos, https://doi.org/10.1111/kykl.12466
“Las ideas de los economistas, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree. En realidad, el mundo está gobernado por poco más que esto. Los hombres prácticos, que se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún economista difunto” J.M. Keynes (1936)
Aires nuevos soplan en el análisis económico (Ruiz-Guillermo y Gómez-García, 2023). Richard Easterlin (1974), abrió y despejó el camino; pero, a comienzos del siglo XXI, el Nobel de 2002, Daniel Kahneman -en una especie de rescate del utilitarismo de Bentham (1789)- puso sobre la mesa la noción de “utilidad experimentada”, frente a la noción ortodoxa de “utilidad de decisión”. Además, fue clave el Informe de los Nobeles Joseph Stiglitz y Amartya Sen (2009): ¡los economistas teníamos que mirar más allá del PIB! Posteriormente, el Nobel de 2015, Angus Deaton puso el énfasis en las aplicaciones empíricas, en el marco de la Economía del Bienestar Subjetivo. Actualmente, es muy reseñable el caso del Departamento de Bienestar Subjetivo de la London School of Economics (Frijters, 2021), que está diseñando herramientas muy útiles para el diseño y la evaluación de distintas políticas públicas. En España, destacan, por su ingente producción científica, en esta disciplina, Ada Ferrer-i-Carbonell (CSIC, Barcelona School of Economics, y exdirectora y panelista del World Wellbeing Survey); y Mariano Rojas (Universidad de Granada, y expresidente de la International Society for Quality of Life Studies).
En este contexto, acabamos de publicar el artículo: “Does Public Expenditure on Education Improve Well-Being? International Evidence” (Kyklos, https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/kykl.12466). El objetivo principal de este trabajo, consiste en cuantificar el impacto del gasto público en educación en el bienestar subjetivo de los ciudadanos europeos, en el periodo 2002-2020. Existe mucha literatura en la que se cuantifica el retorno monetario de la inversión en capital humano. Sin embargo, quedan cuestiones pendientes por ser investigadas. Por ejemplo, la generación de externalidades positivas, a distintos niveles, nos hace enfrentarnos a dificultades a la hora de cuantificar los beneficios totales de la educación. En nuestro artículo, aportamos una forma de captar dichas externalidades, utilizando las herramientas teóricas (focalización en el constructo “Satisfacción con la Vida”, como proxy de la utilidad); y empíricas, de la economía de la felicidad.
Así, hemos utilizado los microdatos de la Encuesta Social Europea, que recoge dicha métrica, fusionados con distintas variables macroeconómicas obtenidas de fuentes oficiales (Banco Mundial, FMI y UNESCO). Las estimaciones econométricas se implementan, dada la naturaleza de los datos utilizados, implementando modelos multinivel. Nos parecen destacables tres resultados obtenidos, aplicando dicha metodología:
1) En primer lugar, nuestros resultados muestran, de forma robusta –modelos cardinales y ordinales, además de utilizar, adicionalmente, el EuroBarómetro-; que el gasto público en educación aumenta el bienestar subjetivo individual. Es decir, dicha inversión pública en capital humano tiene un retorno positivo, en términos de bienestar subjetivo. Pero, ¿es este retorno uniforme en todos los niveles del sistema educativo?
2) Nuestra investigación, también ofrece una respuesta a dicha pregunta: el retorno no es uniforme, y depende de cuál sea el nivel en el que se realiza la inversión pública. El efecto positivo solo es solo consistente y significativo al nivel de la educación superior o terciaria; en los otros dos niveles no existe un efecto significativo. Una posible explicación consiste en que la educación primaria o secundaria está universalizada en los países europeos, con estándares de calidad relativamente elevados. Esto puede llevar a que incrementos adicionales del gasto, en dichos niveles, no tenga un efecto significativo en el bienestar de los ciudadanos europeos.
3) En tercer lugar, exploramos si dicha relación depende de las preferencias ideológicas de los individuos (en la escala de autoubicación ideológica: “izquierda, centro y derecha”). Pues bien, aunque la causalidad positiva persiste para ambos grupos, encontramos que, en los individuos con unas preferencias “conservadoras”, el efecto es menor que en los que muestran preferencias “progresistas”. Existe evidencia empírica de este contraste, pero analizando el efecto del gasto público en general. Nuestra desagregación supone una aportación, respecto a dicho cuerpo de literatura.
Por último, ¿qué implicaciones, para las políticas públicas, podemos apuntar a la luz de la nueva ciencia de la felicidad y, de nuestros resultados, en particular? A nivel macro, las patentes limitaciones del PIB, han cambiado la forma de mirar de los economistas, enfocando el progreso económico “más allá del PIB”. Por otro lado, a nivel micro, y entroncando con la inversión en capital humano, parece evidente que no basta con computar los retornos monetarios de dicha inversión: es importante captar los retornos no monetarios (calidad del empleo, la menor probabilidad de tener que afrontar la situación de desempleo; en la que a las pérdidas monetarias, se le unen unos importantes costes emocionales). Una aportación fundamental de nuestro artículo es la captación empírica de las externalidades positivas, generadas por el gasto público en educación. En un momento en el que está encima de la mesa, el debate Universidad Pública/Privada, si pretendemos maximizar la felicidad de los ciudadanos, nuestra investigación tiene implicaciones para la asignación al sistema educativo de los fondos públicos suficientes. En cualquier caso, es fundamental la evaluación de las políticas públicas y, en el caso de la inversión pública en el sistema educativo, es fundamental atender al compromiso con la excelencia, el conocimiento, la innovación y, en definitiva, el servicio a la consecución de una sociedad más feliz.
Referencias bibliográficas.
– Bentham, J. (1789): Introduction to the Principles of Morals and Legislation. London: Payne.
– Easterlin, R.A. (1974). “Does economic growth improve the human lot? Some empirical evidence”. In P.A. Davis, M.W. Reder, (Eds.): Nations and households in economic growth (pp. 89-125). New York, Academic Press
– Frijters, P. (2021). “WELLBYs, Cost-benefit Analyses and the Easterlin Discount”. Vienna Yearbook of Population Research, 19, 1-26.
– Keynes, J.M. (1936): Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero, Ediciones Aosta, 1998.
– Ruiz-Guillermo, A. y Gómez-García, F. (2023). “La Influencia de la Obra de Vilfredo Pareto en el Análisis Económico Moderno: ¿Un Obstáculo al Desarrollo de la Economía de la Felicidad? Iberian Journal of The History of Economic Thought, 10(1), 1-10.
– Stiglitz, J. E., Sen, A., & Fitoussi, J. P. (2009). Report by the Commission on the Measurement of Economic Performance and Social Progress (https://ec.europa.eu/eurostat/documents/8131721/8131772/Stiglitz-Sen-Fitoussi-Commission-report.pdf)