LA PRODUCTIVIDAD Y LOS COSTES LABORALES UNITARIOS
La única estadística disponible que permite calcular la productividad por ocupado (producto interior bruto/población ocupada) y el coste laboral unitario (remuneración por asalariado/productividad por ocupado) es la Contabilidad Nacional de España (CNE), ya que de esas variables la Encuesta de Población Activa (EPA) sólo estima la población ocupada y la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL) el coste laboral por trabajador, equivalente a la remuneración por asalariado.
Comenzando con la estimación de la productividad por ocupado, la variable que utiliza la CNE en el denominador es el empleo equivalente a tiempo completo, que tiene en cuenta las horas trabajadas por las personas ocupadas, y que se estima dividiendo el total de las horas trabajadas por los trabajadores ocupados a tiempo completo por la media de las horas trabajadas por esos trabajadores. Por lo tanto, el concepto utilizado de empleo equivalente a tiempo completo no coincide exactamente con el de la población ocupada, que es la variable considerada por la EPA, aunque ésta también la calcula la CNE con base precisamente en las estimaciones de la citada encuesta.
En cualquier caso, los conceptos de población ocupada de la CNE y la EPA, que son las dos variables comparables, no son exactamente iguales, ya que se diferencian en algunos importantes criterios, el más importante de los cuáles se refiere a que la CNE considera a todos los trabajadores que realizan una actividad productiva en el interior del país (participan en la producción interior bruta, el PIB), sean o no residentes del país, mientras que la EPA considera como población ocupada a los trabajadores residentes (participan en la producción nacional bruta, el PNB), trabajen dentro o fuera del país.
Esa discrepancia de conceptos explica que las cifras estimadas de la población ocupada por la CNE y la EPA sean diferentes. En concreto, para el conjunto de los tres primeros trimestres de 2010 la población ocupada estimada por la CNE supera en casi trescientas mil personas (291.000) a la estimada por la EPA, lo que es representativo de la importancia del número de inmigrantes no residentes (que llevan menos de un año habitando en España) que participan en la producción interior española y que se computan como ocupados por la CNE pero no por la EPA.
En cambio, la tasa de variación interanual de las dos variables, la población ocupada de la EPA y la CNE, calculada ésta última con los datos corregidos de estacionalidad y calendario, es idéntica para el conjunto de los tres primeros trimestres de 2010, el -2,6%. Por otra parte, la tasa de variación del empleo equivalente a tiempo completo de la CNE, que es la variable que se utiliza para calcular la productividad por ocupado, el -2,7% en ese período, es muy similar a la de la población ocupada estimada tanto por la CNE como por la EPA, el -2,6%, como se acaba de señalar.
Teniendo en cuenta que en el mismo período el PIB real o en volumen desciende en tasa interanual el 0,4%, según los datos corregidos de estacionalidad y calendario, la productividad por ocupado aumenta, en relación con el mismo período del año precedente, el 2,3%. Este crecimiento es menor que el del conjunto de 2009, el 3,1%, año en el que retrocedió el PIB, el -3,7% y el empleo equivalente a tiempo completo disminuyó todavía más, el -6,6%.
Aun así, el incremento de la productividad por ocupado en el período trasncurrido de 2010, el 2,3%, es muy superior al de 2008, el 1,4%, año en el que el PIB creció el 0,9%, y al de los años 2007 y 2006, el 0,7% en ambos casos, cuando el PIB crecía el 3,6% en el primero y el 4% en el segundo año.
Este comportamiento de la variación de la productividad por ocupado es claramente anticíclico, es mayor en las recesiones que en las expansiones, cuando decrece o crece menos el PIB que cuando crece más, lo que es sintomático de que el ajuste de las empresas españolas a los cambios de la situación económica se realiza principalmente a través del empleo, sobre todo temporal, a diferencia de otros países, como Alemania, en los que el ajuste se produce a través de las modificaciones de las condiciones de trabajo, como la variación de la jornada laboral, y la adaptación de los salarios. Ello es debido tanto a la importancia de la contratación temporal como a las dificultades para la flexibilidad interna y salarial de las empresas españolas, problemas que, finalmente, han justificado el sentido y contenido de la reciente reforma laboral.
En cuanto al coste laboral unitario monetario (remuneración por asalariado/productividad por ocupado), el cálculo está condicionado por el concepto de asalariado de la CNE, muy diferente al de la EPA, al considerar como asalariados a los trabajadores propietarios de sociedades (incluidos los cooperativistas) que trabajan en sus propias empresas, trabajadores que en la EPA son computados como por cuenta propia. Esa diferencia conceptual explica la estimación muy superior de la CNE que la EPA de asalariados ocupados en el conjunto de los tres primeros trimestres de 2010, 865 mil más, y la muy inferior de los no asalariados en el mismo período, 573 mil menos.
Utilizando las tasas de variación interanual y considerando a los asalariados equivalentes a tiempo completo de la CNE, que es la variable apropiada para comparar los costes laborales con la productividad, el empleo de esos asalariados descendió en los tres primeros trimestres de 2010, el 2,5% (el 2,4% disminuyeron los asalariados ocupados de la EPA), descenso muy inferior al de 2009, el -6,6%, pero superior al de 2008, el -0,5%, y que contrasta con el aumento de 2007, el 3,2%.
Si se compara la evolución del empleo asalariado equivalente a tiempo completo con la remuneración de los asalariados, la remuneración por asalariado estimada por la CNE aumenta el 1,2% en los tres primeros trimestres transcurridos de 2010, muy similar al aumento del concepto equivalente del coste laboral por trabajador de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral del INE, el 1,1% en el mismo periodo de 2010.
Ese aumento de la remuneración por asalariado de la CNE de 2010 es muy inferior al de 2008, el 6,4%, y 2009, el 4,1%, lo que es significativo de que la adecuación de los costes laborales a la situación de crisis económica se produce con un cierto retardo temporal. Aun así las tasas de variación están afectadas por la incidencia del coste del despido, incluido tanto en la remuneración por asalariado como en el coste laboral unitario, que ha sido especialmente elevado en 2009, y por el efecto composición al alza que se produce como consecuencia del descenso de la tasa de temporalidad en 2008, 2009 y 2010, cuando los costes salariales de los trabajadores temporales son inferiores en casi un tercio al de los indefinidos (el 31,2% según los datos de la Encuesta de Estructura Salarial de 2008, que es la última disponible), y que he calculado en siete décimas en el primer año, en 1,5 puntos en el segundo y en una décima en el tercero.
Dividiendo la remuneración por asalariado por la productividad por ocupado se obtiene el coste laboral unitario monetario (CLU), que en los tres primeros trimestres de 2010 ha disminuido el -1,1%, descenso desconocido en los datos de las últimas décadas y que contrasta con el crecimiento del 1% en 2009, el 4,9% en 2008 y el 4% en 2007. En cualquier caso, el descenso de 2010 y el menor aumento de 2009 del CLU en relación con los años anteriores, sobe todo con 2007 y los años de expansión económica del período 1995-2007, es consecuencia de la incidencia de la crisis, por un lado, en la desaceleración de la remuneración por asalariado, debido a la moderación de los salarios, y, por otro lado, en la aceleración de la productividad, debido a los efectos de los fuertes ajustes de empleo de las empresas españolas y al ya señalado carácter anticíclico de la variación de esa magnitud.
Ahora bien, si se divide el coste laboral unitario monetario por el deflactor del PIB la variable resultante, el coste laboral unitario real, disminuye en los tres primeros trimestres de 2010 el 2%, cuando aumentó en 2009 el 0,4% y en 2008 el 2,4%, lo que significa que, como ya había ocurrido en la mayoría de los años del anterior periodo de expansión económica, en el año actual los costes laborales repercuten positivamente en la rentabilidad de las empresas españolas, a diferencia de los dos años precedentes, los primeros de la crisis económica, en los que repercutió negativamente.